
El club de los poetas muertos
Robin Williams
Adiós Mario, te vas disparándome un torrente de ideas y recuerdos. Si donde estas hay Internet, escríbeme un correo, que quiero seguir aprendiendo.
Recuerdo aquellos años en mi piso de plaza del ángel, con esa niebla con olor marroquí que no nos dejaba ver la realidad.
Por esa casa pasaron actores, pintores, escritores, amigos y amigas. Pasaron cosas, veíamos películas sin parar, leíamos, bebíamos. Fumábamos y aprendíamos… en esos años conocí a Mario, en cada habitación en cada estantería en cada baño… nos perseguía como si nos quisiera conocer y lo conocimos. Compartimos clases de teatro, películas y paginas en blanco… solo esa amistad hizo que te escribiera en mi ventana para leerte antes de dormir cada noche… ya no valen ni tácticas ni estrategias ni hacer de cabaretera en una escuela de teatro, no, ya no serás el lado oscuro del corazón, ya no.
Parece que me enfado al perderte, si nunca estuviste cerca, parece mentira que ya no llenes mi estantería. Parece lo que es, que ya no estas.
Hasta siempre Mario Benedetti.