Madrid me encierra entre cuatro paredes.
Me agobia, me asfixia.
Sin ninguna piedad me expulsa, me puede.
Madrid ya no me quiere.
No me dejas dormir y solo me llamas cuando
todo oscurece.
Con gritos de alcohol y memeces.
Ya no nos entendemos, ni hablamos en el retiro.
Ni miramos al cielo.
Se acabó besarnos en fuencarral y gritarnos en el metro.
Terminó la magia del jazz, borrachos en el suelo.
Quizás es mi culpa, que no te entiendo.
Que me muero al verte, pero que ya.
Ya no, no te quiero.
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